CARNAVALES DE ANTAÑO EN LA CUMBRE

En 1918, el británico Harold Curtis Perkins, escribió un pequeño libro historiando el norte de Punilla, en este relato cuenta que «Cruz Chica, en el transcurso de su existencia como hotel,

Sociedad 20/02/2024 Claudia Cepeda Claudia Cepeda
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 se ha hecho famoso por sus bailes de carnaval, y si uno pasea por los jardines en cualquier día de la semana de Carnaval, olvidándose de la fecha, uno podría pensar que este es un lugar donde se reúnen los fantasmas. Ciertamente, es un cumplido para Cruz Chica que el emperador Nerón considere que se justifica venir hasta aquí para discutir temas con un jefe de un clan escocés. El Tío Sam, con su gran admiración por todo lo antiguo, ha quedado encandilado por una grácil doncella romana, mientras que John Bull finalmente ha encontrado a la dama cuya efigie aparece en sus monedas, y charla animadamente con su reina. Por último, lo encontramos al mismísimo Príncipe de las Tinieblas, que seguramente ha estado aquí en épocas pasadas, y que en esta oportunidad, hay que reconocerlo, ha sido muy amable».

De acuerdo a lo narrado en la página 36 del libro Round the world. In the hills of Cordoba, estos bailes en el hotel Cruz Chica se habrían realizado desde 1905, fecha que se hizo cargo Jorge Lumsdaine del lugar.

El primer carnaval oficial
En tanto la primera fiesta de carnaval, que se realizó en La Cumbre, está documentada en 1920. El entonces, intendente municipal Juan Pedro Bartaburu y su secretario Juan Segundo Nebiolo, firmaron el decreto que establecía el reconocimiento a la comisión designada por la liga  pro fomento, y su realización en lo que hoy es la avenida Caraffa, entre calles 25 de Mayo y el paso a nivel Santa Rosa.
Con un curioso horario: entre las 3 y las 7 de la tarde, aunque hay que recordar que por esos años, La Cumbre no contaba con luz eléctrica.
Sólo se permitía el uso de papeles, pomitos y confetti, prohibiéndose el uso de «bombitas de agua».

Se viene el corso
Por primera vez, en 1926, las fiestas de carnaval se organizan a través de una comisión que nombra el Concejo Deliberante, en este caso compuesta por los señores A. Grimaldi, Pellegrini Basto, Luis Gasparini, Miguel  G. Olmos, Antonio Najle, Facundo Castillo, A. Moyano; a los cuales  se notifican para que se reúnan  en el local municipal con el «objeto de constituirse en asamblea y nombrar las respectivas autoridades, pro festejo del carnaval».
También se resolvió «no hacer lugar a la solicitud presentada por los señores Edwin y Natali, pidiendo permiso para hacer el Corso durante los días de carnaval, acordándosele permiso, solo para hacer un baile, el día domingo 14 de febrero, previo pago de diez pesos, como abono de derecho municipal, dejando a criterio del señor intendente, en dar nuevos permisos, una vez vista, la moral y compostura, que se observe en dicho baile. La hora fijada para esta reunión será de veintiuna hora y media a tres horas».

En la avenida  Argentina
Vecinos memoriosos recuerdan que en los años 30 y 40, estas fiestas de carnaval se trasladaron a la avenida Argentina, para organizarla el 21 de febrero de 1933 se dictó el decreto Nº 78, nombrando una comisión de notables integrada por Alfredo González Germade, Ernesto Valeri, Mariano Pinto, Antonio Najle, Raúl J. Alvarez, Juan Buelink, ingeniero Carlos Bustos Morón, Ricardo Conde Diana, Juan Saftich, ingeniero Carlos J. Forn, Francisco Ortiga Anckerman, Dr. Alberto Tarasido, Antonio Rusca, Juan Ramirez, Teniente Coronel Nicolás M. Fernandez, José María Landajo y Felipe Baldasarre.
El intendente municipal Luis Gasparini, quien firmaba esta disposición dejaba constancia que «terminados los festejos de referencia la intendencia se hará cargo del activo y pasivo de los útiles, etc, que pasarán a poder de la municipalidad».
En los años siguientes no han constancias de su realización, pero sí de los bailes que tenían lugar en el Golf Club, Palace Hotel y la confitería Oriente (donde funcionó por muchos años Koki Bar).
En el Oriente, como le llamaban por esa época se reunían cientos de vecinos, la mayoría familias, que disfrutaban de estas fiestas carnestolendas.
Los bailes en el golf también convocaban, a lo más selecto de la sociedad cumbrense y veraneantes socios de este club, el diario La Capital de Rosario puntualizaba en su crónica del 11 de febrero de 1936, «Tanto las damas como los caballeros podrán asistir, si así lo desean, con traje de disfraz o fantasía, siendo numerosísimas las personas que se aprestan a concurrir en traje de circunstancia  por lo que sin duda alguna esta interesante fiesta ha de transcurrir en un  ambiente de suma alegría».

Nuevas disposiciones
Durante el gobierno de Julio César Molina Olmos, (El gauchito Molina), se  legisla a través del decreto 54, del 22 de enero de 1941, donde se expone «que es necesario dar a los festejos de carnaval el mayor brillo posible, ya que de tal manera se brinda al pueblo, a los veraneantes y turistas un motivo de esparcimiento».
En este caso la comisión designada se desdobló en honoraria, integrada por las señoras Angélica Molina Crisol de Achaval, Herminia M. de Gómez, Teresa Forn de Alvarez, Sara Jorba de Gómez, Angela M. de Kavanagh, Margarita E. de Clayton, Celina P. de Buelink, Susana del Campillo de Mitre, Constance Parker, Martha Uriburu de Ayerza y los señores Luis A. Meincke, Julio Gómez Palmes, Dr. Alberto Tarasido, Casimiro Gómez, Ramón Molina, ingeniero Pedro P. Contreras, Ricardo Conde Diana, Atilio Grimaldi, Alfredo González Germade e ingeniero Odilio J. Basso.
Y la comisión organizadora por los señores Armando Blasi, Luis Gasparini, Dr. Marcelo Begueries Bustos, Jaime Murisi, José María López, José Blasi, Pico Olmos,  Juan A. Cisneros, Adolfo Spadoni y Fernando Rodríguez. 
Al año siguiente el municipio decide simplificar  nombrando una Comisión Oficial de Carnaval, y dicta el decreto Nº 75, el 15 de enero de 1942, la que es integrada por Adolfo Spadoni, Simeón Ochonga, Rogelio Carignani, Dante Martín y Pedro Nuñez.
Asignándole la suma de 250 pesos moneda legal «para ayudar a los gastos que ocasionen dichos festejos», suma que se imputaba en la partida: imprevistos y eventuales.
Para el año 43, el municipio tenía otras prioridades, como la primera pavimentación de un gran sector de La Cumbre. Molina Olmos, que había quedado como comisionado luego de la revolución de 4 de junio;  con los mismos argumentos que en años anteriores firma, el 3 de febrero de 1944, el decreto Nº 149, designando como organizadores a Adolfo Spadoni, Roberto A. Molina, Alfredo Franich y Patricio Cullen para formar la comisión que se ocuparía de la programación y ejecución de los festejos.
En ese año la suma entregada por el municipio sólo fue de cien pesos, aunque aclaraba que «pondrá a disposición de la comisión, la que oportunamente presentará una rendición de cuentas, los elementos de que disponga y que puedan serle necesarios».
En 1945, en su carácter de comisionado el Dr. José Antonio Pavón,   integra la comisión con Adolfo Spadoni, Alfredo Peralta y Juan Carlos Alberich.
Año tras año se iba simplificando,   la estructura organizativa. Inolfo Olmos recuerda que «era un multitud de vecinos que asistía a estas celebraciones, que se realizaban entre La Beroya y la calle Posadas. Prácticamente los palcos cubrían todas estas cuadras, cientos de disfrazados, murgas y decenas de autos descapotables llevaban a las candidatas a reina, todo entre una telaraña de serpentina y papel picado. No faltaba el agua florida, envasada en pequeños recipientes de plomo. Todo era un clima de fiesta.
» La orquesta, por esos años 30 y 40 era la Banda Municipal, que tocaba la música popular de la época, en la esquina de Boucherville y Runciman, donde había un inmenso árbol, rodeado de un cantero de piedra».
El último decreto en la década del 40, lo firmó el comisionado Enrique Campos, y llevaba el Nº 220, fechado el 29 de enero de 1947. Nombrándose la nueva comisión organizadora que se conformaba con Luis Gasparini, presidente del Centro de Turismo, Industria y Comercio, W. H. Orr, vicepresidente de la Asociación de Fomento Serrano, Dr. Oscar Vignaroli, presidente de Biblioteca y Club Deportivo y el ingeniero Alfredo Loncharich Franich, presidente del Aero Club La Cumbre.
También  esta comisión recibió la suma de cien pesos para realizar el corso del año 47.
En ese año se afianzaba una nueva confitería: El Toboso, posiblemente el primer comercio con cartel luminoso de neón colocado a fines de 1945. Por este local de Luis Salemi habían actuado las orquestas de Ricardo Tanturi, Alfredo de Angelis, entre las más reconocidas.   

La fiesta vuelve al centro
En las décadas del 50 y  60 el municipio no intervino en ninguna realización de esta fiesta, pero otros vecinos memoriosos recuerdan que «se cerraba al tránsito las calles Caraffa, Belgrano y 25 de Mayo, y se bailaba en las calles, aquellos ritmos de pasodobles, foxtrox, baiones...»
En todos los casos consultados, los recuerdos pintan a esta fiesta como tranquilas, familiares, con mucha alegría y de amplio sentido comunitario.
Y en gran parte de los años 60 y 70 el carnaval se redujo a los bailes en Koki Bar, El Toboso y Toby´s.
Para 1977, el municipio vuelve a interesarse en esta fiesta, nombrando una comisión organizadora de los festejos de carnaval 1978, que se integró con Moíses Héctor Movsesian del Club Atlético 25 de Mayo, Sergio Vidal Acevedo  por el Club 9 de Julio y Sil- vio Wolf  por el  Aero Club La Cumbre.
La fiscalización y contralor de este evento le fue dada a la Dirección de Turismo, Cultura y Deportes, de acuerdo a lo estipulado en el decreto Nº 680/78 Serie A, fechado el 27 de enero y firmado por el intendente municipal Eleuterio Roberto Castro y el secretario de gobierno Guillibaldo de la Vega.
En esta nueva etapa, que duró alrededor de 6 años, la fiesta de carnaval tuvo características especiales, con carrozas que se destacaban como «El yate de Onassis», «El dragón», «El Molino», muchas de ellas armadas en los talleres de Pérez o Anderson. Acompañaban comparsas de niñas, como aquella de la academia de la señora Elena de Funes, entre otras.  
Todavía hay quienes recuerdan a Balboa y Bollinger con sus singulares disfraces alegrando los corsos o personajes como «la Peca y la Ofelia», madre e hija luciendo coloridos atuendos. Fueron locutores por esos años Julio César Reyna y Humberto Quiroga, junto a Jorge Zapata, que comenzaba con la actividad de animador, que prosiguió hasta la actualidad.

Los bailes en El Paraiso
Un párrafo aparte merecen los bailes de carnaval en la casona del escritor Manuel Mujica Lainez.
Actores, actrices, gente vinculada a la cultura, eran especialmente invitados a estos bailes con mucho glamour y distinción.
Desde que se instaló en esta residencia, a principio de los 70 hasta su muerte en 1984, puntualmente la fiesta de carnaval era motivo de principal convocatoria.
Antonio Las Heras cuenta en una publicación por internet, titulada Magia y misterio en El Paraiso,  «Cada año, cuando se aproximaba la fecha de Carnaval, Manucho enviaba (escritas de su puño y letra) invitaciones a algunas personas - especialmente seleccionadas - para que lo festejaran con él, hospedándolos en las pequeñas y confortables casas de huéspedes que, construidas sobre la ladera del monte, conformaban el complejo edilicio que, originalmente, constituía la finca.
»En Carnaval, las noches eran mágicas y secretas. Los invitados llegaban al gran salón de la planta baja - donde se destaca una hermosa chimenea - con el rostro cubierto por una máscara minuciosamente decorada. Las máscaras representaban imágenes de animales, seres mitológicos, divinidades, ángeles o entidades del Averno. Por comentarios, sabemos que, los asistentes, abiertos a lo que Carl Gustav Jung habría llamado el «Arquetipo de Eros», continuaban danzando hasta el amanecer. Cuando se recorren, en la actualidad, las habitaciones abiertas al público de la residencia convertida en museo, es posible encontrar - en exhibición - una de aquellas máscaras.
»Se trata de «El Unicornio», quizás inspirado en la novela de igual título publicada en 1965. Sutil hilo de Ariadna que permite al visitante transportarse imaginariamente a esas reuniones, iniciáticas, donde los «profanos» estaban excluidos y de las cuales sólo es posible fantasear sobre qué ocurría - realmente - en esa semana en que los dueños de la hacienda e invitados se aislaban dejando brotar de las entrañas de su alma sensaciones, emociones, afectos oscuros y, también, luminosos...
»Estas máscaras eran objetos, únicos e irrepetibles, de muy especial atención. Las diseñaba, con particular cuidado, el arquitecto José María Suhurt. El mismo que construyó la reja de la entrada principal a la vivienda mayor de El Paraíso que fue colocada sólo unos días después de la muerte del escritor ocurrida el 21 de abril de 1984».

Los carnavales de fines de siglo
En la década del 90, los centros vecinales fueron convocados por el municipio para organizar los corsos de la avenida Caraffa, lo que se cumple hasta el presente. Con su altibajos, en razón a fechas y clima, el carnaval vuelve con su alegría ruidosa, muchos dicen que ya perdió su espíritu festivo, quizá el rey momo, en este siglo XXI, se convirtió en calabaza...

RETRATOS HISTÓRICOS: Los Bailes en el Palace Hotel

Los bailes en el Palace Hotel eran famosos. Medios gráficos, como La Voz del Interior, Los Principios, La Razón, La Nación, El Litoral, La Capital, El País, todos se hacían eco de estas fiestas de carnaval y detallaban  los nombres de las familias que asistían. 
En 1933, actuaba la orquesta de jazz y típica dirigida por el maestro Felipe Milia, «la que contribuía  a mantener la continua alegría que caracterizaba a estas reuniones, alternándose el baile que se desarrolló bajo una lluvia de serpentinas y lazos de amor, con juegos y brindis», expresaban los cronistas, puntualizando que había, Vermouth danzant de 19 a 21 hs. y Dinner Danzant de 21 a 1 hora.
Para 1937, la revista El Hogar publicaba fotos del concurso de máscaras infantiles organizado en este hotel  el 9 de febrero, describiendo que «la vistosidad y colorido de los disfraces que ostentaban los niños y la alegría de los concursantes, dieron a la fiesta un carácter jovial y simpático que entretuvo a cuantas personas la presenciaron».  
La nueva propuesta de 1938 fue la Fiesta Oriental, actuando las orquestas Melodic Palace´s Boys y Típica Papavero. El diario La Razón del 1 de marzo, catalogaba «que los salones habían sido preparados con un marcado buen gusto. En  el ingreso dos chinos con todos sus atavíos abrían los pesados cortinados, lo que daba una atmósfera oriental, completando todo esto por excelentes números de magia a cargo de un mago chino. Brillante fue, luego, el desfile de modelos de vestidos de soirée llevados con soltura y elegancia por bellas y distinguidas señoritas...»
Al año siguiente la denominaron Noche de Europa, habiendo decorado el salón principal con representación  del parque bohemio de Viena, de Londres el ambiente de semiluz con el brillo de las ventanitas de todos los colores y los ritmos de moda a cargo de las orquestas Jazz Milia Melodic y Típica Palace. Otra fiesta que se destacó por esos años fue la del Colmado Andaluz, en 1943. 
Y así, cada año se renovaban estas reuniones, muchas destinadas a beneficencia y sobre todo para el esparcimiento de los turistas, que también en febrero colmaban este hotel.
© Francisco Capdevila, Junta de Historia de La Cumbre.

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